PRÁCTICA 2: LA MIRADA DEL OTRO (ENMASCARADO)

    El confinamiento… “¡Qué horror!” es lo típico que se dice al recordar aquellos meses de angustia e incertidumbre. Obviamente no fueron unos meses fáciles para mí, pero me considero un afortunado porque tuve la oportunidad de viajar por diferentes mundos. ¿Cómo? Pues a través de los libros. 

    Por aquel entonces estaba terminando primero de Bachiller. Empecé el curso sin tener las cosas claras, así que cuando decretaron el estado de alarma decidí parar y replantearme las cosas. Creo que todos nos equivocamos al tomar decisiones y la mía fue empezar el Bachiller de ciencias. 

    La primera semana de confinamiento me la tomé de “vacaciones”. El libro de lectura que nos habían mandado leer para la tercera evaluación era A sangre fría, de Truman Capote, así que emprendí un viaje policíaco por las zonas áridas de Estados Unidos. Después volví a España para resolver un misterio a la catalana de la mano de Marina, de Carlos Ruiz Zafón. 

    A partir de la segunda semana de confinamiento, cuando ya había tomado la decisión de no volver al instituto (ni física ni virtualmente), aproveché la ausencia de mi hermana en casa para coger prestados y devorar sus libros de Harry Potter, libros que nunca me había dejado leer. Sí, las películas las había visto, pero necesitaba conocer la historia real y descubrir toda la magia que falta en las películas. Inevitablemente, el maratón de películas tras la lectura. 

    Dejé el mundo mágico británico para volver a cruzar el charco con la saga de Percy Jackson, una saga que me permitió descubrir y redescubrir grandes mitos griegos a la americana, por supuesto. Cuando la terminé, no dudé en desempolvar las versiones de La Ilíada y La Odisea de Homero que tenía mi madre para hacer un viaje hacia el pasado. Tras leerlas, descubrí la maravillosa obra de Madeline Miller, La canción de Aquiles, y más tarde Circe, obras que me han ayudado a descubrir el rumbo que tengo que seguir para llegar a mi Ítaca.